Cristina baila en la estratósfera
Bajo su tutela se firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán en 2013, tras la fachada de crear una “Comisión de la Verdad”. Buscaba garantizar la impunidad de todos los autores de los atentados en el país.
Hezbollah, el brazo armado de Irán, lanzó dos bombas de odio, locura y muerte en Buenos Aires. Hundieron su dagas explosivas para siempre en la piel de la historia de Argentina, blanco del terrorismo internacional.
Las cicatrices no cierran.
Sangre e impunidad.
Atentaron contra la Embajada de Israel en 1992, y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994 .
Dejaron víctimas a raudales. La necesaria memoria no debe olvidar los alaridos de dolor y el duelo que no puede concluir sin justicia. Quedó al descubierto una turbia red de encubrimiento y complicidades políticas, hubo socios locales de la masacre, que todavía se pavonean exaltando al terrorismo.
El tiro sobre la sien de Nisman fue también un disparo contra la justicia argentina, contra quienes buscaban y buscan la verdad, contra los muertos y contra las heridos, contra todos nosotros.
Nisman había denunciado el pacto de impunidad entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el régimen iraní, un acuerdo que pretendía cerrar la investigación de la AMIA a cambio de beneficios monetarios, diplomáticos y comerciales.
Su violenta muerte, su violentísimo deceso… Hubo bajo una lluvia feroz, una inmensa marcha de silencio para clamar justicia. Miles y miles caminando empapados desde el cielo, y por sus propias lágrimas.
Aún no hay respuesta para las lágrimas. Cristina Fernández igual sigue bailando en su balconcito, y reiterando el tan arcaico folklore del peronismo histórico, petrificado en su delirio retrospectivo. Sí, bajo su tutela, se firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán en 2013, tras la fachada de crear una “Comisión de la Verdad”, buscaba garantizar la impunidad de todos los autores de los atentados.
El non plus ultra de la injusticia.
El Memorándum establecía que los interrogatorios a los sospechosos se realizarían en Teherán, bajo la jurisdicción iraní, lo que en la práctica significaba un blindaje absoluto para los responsables. Una patraña innominada.
Cristina irá a Juicio Oral y Público por ese Pacto, junto Carlos Zannini y a Oscar Parrilli. Todo se fundamenta en la denuncia de Nisman. Como sea, el Parlamento iraní nunca aprobó este acuerdo, ni siquiera consideró esa “buena voluntad” argentina para investigar en su casa a los jefes chiítas implicados en los ataques.
Ahora, Ahmad Vahidi, uno de los acusados directos del atentado a la Amia, fue nombrado comandate interino de la Guardia Revolucionaria iraní. No aceptó finalmente el honor temiendo ser el proximo blanco.
Los ayatollahs que predican la opresión de las mujeres, de los homosexuales y de todos los que no se les someten, cultivan la muerte, no la verdad de la vida. Tienen olor a tumba. No iba a permitir el régimen teocrático ni siquiera una investigación amigable y cómplice.
Ese acuerdo fue un acto de traición a la memoria de las víctimas y a la justicia, un intento criminal de cerrar la causa sin resolver nada, mientras se tejían aquellas alianzas con lobos que quieren seguir mordiendo y desgarrando carne ajena.
Las precisas explosiones israelíes sobre instalaciones nucleares iraníes y la eliminación de altos mandos militares de Irán forman parte de una global que involucra a múltiples actores, y nuestro país está más cerca de ese conflicto de lo que muchos imaginan.
Es que cuesta imaginar la vecindad trans-oceánica con el horror de una guerra de potenciales magnitudes apabullantes
Entre 1985 y 1993, Argentina proveyó uranio enriquecido a Teherán, fue profunda la relación nuclear entre ambos países durante la “prehistoria” del programa nuclear iraní. Según fuentes israelíes, ahora se diseñaba un ataque militar-nuclear inminente contra Israel. Esa presunción explicaría los ataques selectivos de Tel Aviv contra el régimen de los ayatolás.
Los imanes se desconciertan bajo sus medievales turbantes negros.
Pero contraatacarán.
El presidente Javier Milei acaba de visitar Israel. Se reunió con el presidente Isaac Herzog y con Benjamin Netanyahu. Rezó en el Muro de los Lamentos, partió de Israel apenas horas antes del ataque contra Teherán.
Lejos geográficamente de Persia, pero cercana geopolíticamente, la actual y explosiva crisis en Bolivia, nos toca la puerta. El caos crece allí; falta combustible, escasean los alimentos y no hay dólares, todo se agrava día a día.
Las protestas violentas lideradas por seguidores de Evo Morales, inculpado de pedofilia, ferviente defensor de Cristina Kirchner y enemigo declarado de las elecciones programadas para agosto en su país, han desatado un vendaval de incertidumbres y matanzas; asesinatos de policías y bloqueos masivos de rutas. Dinamitaron a un policía según una práctica que no es desconocida en el Altiplano.
La infiltración iraní en Bolivia es un hecho imposible de ignorar.
Irán, vinculado al narcotráfico y a redes criminales en la región, ha encontrado en Bolivia un terreno fértil para expandir su influencia, y es Morales uno de sus principales aliados. Esta situación convierte a Bolivia en un foco de inestabilidad que afecta directamente a Argentina y a toda Sudamérica. La amenaza iraní no está lejos, sino muy cerca. Tan cerca como las fronteras abiertas al contrabando, al narcotráfico, a los aviones que aterrizan en las provincias norteñas acarreando cocaína y crimen. Mientras tanto, en Argentina, jibarizados adolescentes han tomado múltiples escuelas y algunas facultades en protesta por la prisión de Cristina Fernández de Kirchner.
Mezclan su reclamo con la defensa del “pueblo palestino”. No comprenden que Hamas, la organización terrorista que gobierna Palestina, está financiada por Irán, el mismo régimen responsable de los atentados en Buenos Aires.
No quieren ver que Cristina se alió con el pacto al terror que bombardeó Buenos Aires.
Clausuran la educación, siembran la ignorancia militante, Y no saben, generalizando, resolver las ecuaciones más elementales según lo evidencian las últimas “pruebas Aprender”.
Hay una herida abierta en la Argentina y la herida tiende a expandirse, a ahondarse, un patíbulo para ahorcar la realidad. Una soga al cuello de todos matando a la verdad. Cristina Fernández, ajena, sigue bailando. Como quien danza en la estratósfera.
Fuente: Clarín