Sábado 22 de Marzo de 2025
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General Cerri, una de las primeras zonas de Bahía Blanca en ser arrasada por el temporal: “No quedó nada, será empezar desde cero”

  • El lugar, ubicado a 25 km. de la ciudad principal, es zona de desastre.
  • Los vecinos cuentan cómo hicieron para salvar su vida del embate del agua.

Las historias de los habitantes de la localidad de Bahía Blanca que fue arrasada por el río furioso en que se convirtió el temporal de lluvia en la madrugada del viernes se entrelazan una a otra y a otra, así, en un sinfín de conexiones, como si se tratara de una red social propia de General Cerri. Ahora que bajó el agua, y todo es desconsuelo, barro y destrozos, pudieron volver a sus casas. Todavía no tienen energía eléctrica ni agua.

En este lugar buscan también a las dos nenas desaparecidas Delfina y Pilar Hecker, de 1 y 5 años, que desaparecieron cuando el auto de su papá Andrés Hecker fue arrastrado por la corriente, luego de que se desbordó la Ruta 3. Las nenas fueron rescatadas por Rubén Zalazar, un chofer de Andreani, que este domingo se confirmó que es una de las 16 víctimas fatales que dejó como saldo hasta ahora el temporal. Y hay al menos una persona más reportada como desaparecida.

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EL 70% de los casi 1500 evacuados son de esta localidad. Otros no llegaron a los centros y la pasaron como pudieron. Como Emanuel Cantero, que cuando advirtió que el agua y no iba a parar de subir, alzó una garrafa de diez kilos y subió a la mesa para golpear el techo de su casa hasta romperlo, abrir un boquete y salvar a su familia.

Por la presión del caudal de agua, les fue imposible abrir la puerta. Ellos viven Sauce Chico, detrás de Cerri, cerca de uno de los arroyos que desbordó, y por cercanía, fueron unos de los primeros lugares que recibió el embate del temporal.

Emanuel vive con su mujer Agostina Vázquez, y son papás de Emiliano, que acaba de cumplir 1 año y 5 meses. Esa noche tenía algo de fiebre. Con ellos vive Josefa Mazuko, de 75, abuela materna del bebé.

Llovía torrencialmente a las 8 de la mañana del viernes cuando los ayudó uno a uno a salir al techo, endeble, afortunadamente en este caso, hecho de chapas de fibrocemento, porque de lo contrario podría haberse convertido en una trampa mortal.

"Fue justo a tiempo, porque enseguida la mesa empezó a flotar. Ya no íbamos a poder hacer pie para trepar. Con lo puesto, como estábamos, quedamos en el techo", cuenta Agostina. Recuerda que no se veía nada: "Se oía cómo corría el agua y a las ranas".

Con un gancho atado a una soga, antes de que el agua llegara al límite al que llegó en su casa, "a 30 centímetros del techo", Emanuel pescó un par de frazadas con las que improvisó un toldo atándolas del tanque a la chimenea. "Fue desesperante", cuenta Agostina.

¿Quien nos fue a buscar? "Nadie", responde la abuela. Permanecieron en el techo desde las 8 del viernes hasta las 5 de la mañana del sábado, casi un día completo. Pudieron bajar, agarrar ropa, aunque estuviera mojada, y caminar con el agua arriba de las rodillas hasta la casa de María Arroyo, hija de Josefa.

María vive con sus hijos Sebastián y Cristian Arias. Cuando Clarín llegó a la puerta de su casa todavía sacaban lo destruido a la calle, libros, cajas, un monitor, ropa, un mueble. "No quedó nada, será empezar desde cero", dicen. Mario, su padre, electricista, que vive a dos calles, señala la línea de barro que dejó la marca de la altura a la que llegó la correntada -a la altura del pecho de su hijo- y asegura que en Cerri hay sitios aún más bajos donde trepó aun más.

"En un momento nos dimos cuenta que no iba a parar. Nos fuimos al chalé de la esquina, que esta en un terreno un poco más alto, y desde ahí vimos pasar de todo por la calle", dice Cristian. Su mamá hizo atar una soga al otro lado de la calle, de modo de poder ayudar a la vecina de enfrente, "porque sola no iba a poder salir". No consiguieron hacerla cruzar, pero sí asistirla.

 "No quedó nada, será empezar desde cero", dicen en la casa de María, en General Cerri. Foto Diego Izquierdo / Enviado"No quedó nada, será empezar desde cero", dicen en la casa de María, en General Cerri. Foto Diego Izquierdo / Enviado

General Cerri está ubicado a unos 25 kilómetros de Bahía Blanca, siguiendo la ruta 3, hacia el sur. Pero para llegar hay que hacer un rodeo para tomar la ruta ya casi cerca del acceso a Cerri, porque el puente del arroyo Maldonado está cortado por los daños. El pueblo se ubica cerca de un estuario, un cuerpo de agua salobre que forma la desembocadura de varios arroyos y ríos en el océano Atlántico.

Por eso, no hay cerrense que no sepa el horario de la pleamar y la bajamar, cuando sube y baja la marea. Los afecta directamente. Así supieron en qué momento podría empezar a bajar el agua, o cuando podría empeorar "si se daba una "doble plea", cuando el viento sopla del sudeste justo en el momento en que la marea sube. Estaba pronosticado, pero por fortuna no se concretó: "No sé qué hubiera pasado", apunta Sebastián, dueño del teclado embarrado en la pila de los desechos en la vereda de su casa.

Policias y bomberos buscas en las afuera de General Cerri a niñas desaparecidas. Foto Diego Izquierdo / Enviado especialPolicias y bomberos buscas en las afuera de General Cerri a niñas desaparecidas. Foto Diego Izquierdo / Enviado especial

Recién en la mañana de este domingo bomberos, el ejército, rescatistas, que desde el mismo viernes montaron un campamento en el acceso al pueblo, sobre la ruta 3, permitieron el paso de vehículos. Antes era imposible. Las imágenes que se tomaron con drones muestran la cuadrícula de calles hechas canales. Es uno de los últimos lugares donde drenó el agua.

Carolina Muñoz, del mismo vecindario, consiguió subir a un altillo de su casa. Vive sola. "Al principio agarre balde y trapo de piso, como si pudiera sacarla, pero en 5 minutos todo cambió. Empezó a venir el agua a torrentes. Agarré los documentos, la plata que tenía, ropa, la tele que es nueva y subí". En casa de Carolina, la noche del sábado, en ese mismo altillo, hubo una raviolada.

General Cerri fue una de las poblaciones mas afectadas por la inundacion. Foto Diego Izquierdo General Cerri fue una de las poblaciones mas afectadas por la inundacion. Foto Diego Izquierdo

"No comíamos desde el viernes -cuenta María-. Si todo se echó a perder... ¡Y fueron los ravioles más ricos que comí en mi vida! Nos los regaló el Chino".

Así como las anteriores, la historia se entrelaza con la de Xunxín Ding, o "Didi", como lo conocen en el barrio. En pareja con Rebeca Salabarrieta, que abrió la puerta para mostrar a este diario los daños que hizo el aluvión. "Como lo íbamos a vender, no. Cerramos cuando no quedó nada para dar, todo lo demás no sirve".

El agua arrasó con la mercadería de un súper. Foto Diego Izquierdo / Enviado especialEl agua arrasó con la mercadería de un súper. Foto Diego Izquierdo / Enviado especial

En la puerta del super Arco Iris sobre la calle Gutiérrez hay unas treinta bolsas de residuos con paquetes de harina o de yerba, empapados, entre otros alimentos inservibles. Apenas si se dejo fotografiar "el Chino", que como muchos de su comunidad, al principio, se escudó en un "no entiendo, no entiendo", pero en realidad, mentía. Entendió que aun en los peores momentos hay espacio para la generosidad. En la reja colgó un cartelito: "No nos quedó nada. Abrimos en una semana"

Bahía Blanca. Enviado especial

Fuente: Clarín

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