Domingo 06 de Octubre de 2024
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La pobreza, una “política de Estado”; Caputo mete a Lugones y gana el round; China se avecina

Cuánto del alarmante dato revelado por el Indec es de Milei y cuánto de sus antecesores. Las excusas son las mismas y el problema crece a niveles alarmantes. El juego del poderoso asesor presidencial y la vieja pol´tica que nunca muere.

La importancia y gravedad del dato, el dato de la pobreza nada menos, es imposible ocultarlo en artificios estadísticos o en escenificaciones teatrales, compartiendo un balcón histórico con una diva. Se entienden las razones por las que el gobierno no quiere asumir el peor índice de pobreza de los últimos 20 años y como también se entiende que es injusto cargarle a las espaldas de Javier Milei toda la responsabilidad histórica de haber llevado a la Argentina a este estado de postración social. La pobreza -como la riqueza de las naciones en sus antípodas- se fue largamente edificando con políticas equivocadas, erráticas, cuando no francamente malas o perversas, que terminaron configurando este presente desolador.

Una lamentable "política de Estado" con este resultado.

Esa reincidencia de la que nadie se quiere hacer cargo se patentiza en las estadísticas de pobreza e indigencia y no son meros números: sus efectos sacuden a toda la sociedad, y esa persistencia de hierro en el error se expresa en la decadencia de aquellos atributos que distinguían al país.

La deplorable realidad es que la Argentina se ha convertido en un país de pobres.

Milei ha culpado a Fernández y a Cristina de esta maldita herencia. Lo mismo hizo la dupla tirándole el fardo a Macri, quien había reconocido haber recibido el desastre del kirchnerismo. La historia circular con resultados cada vez peores sigue a tope.

Estas excusas tácticas de la política para despegarse y culpar a otro, enjabonan el tobogán: el frío número difundido no expresa, no puede hacerlo, la magnitud y profundidad del principal problema argentino.

Es esa realidad la que la política tiene que modificar para mejorar la vida de la gente.

El Gobierno cree tener una receta imbatible y se aferra a ella: las restricciones actuales, argumenta, sostendrán el equilibrio fiscal y harán caer la inflación. El mercado hará el resto, confían. ¿Y qué dicen en la oposición?: que la pobreza no caerá y que eso de la mano invisible del mercado es un truco demasiado trillado para que, otra vez, el demiurgo de turno lo practique en escena.

Milei está tomando nota de los costos. Ya no navega en aguas calmas, la paciencia social comienza a tener límites. Si se creyó en las encuestas cuando verificaban la fuerte aceptación de Milei, hay que creerles ahora que indican que ese idilio, aunque no se ha roto, se está enfriando. Todavía son altos los números de Milei pero el umbral del dolor toca timbre.

Los libertarios han sido paridos por los sucesivos fracasos anteriores y por la frustración de una parte importante del electorado. Con los primeros síntomas de abatimiento del humor social, núcleo principal de soporte de Milei, el oficialismo precisa ampliar su base y, a la vez, relanzarse para inyectar entusiasmo. Para lograr esos urgentes objetivos debe hacer política. Eso significa, entre otras cosas, gasto. La concentración de Parque Lezama y sus métodos similares a los que ha criticado Milei son las primeras pruebas.

La constitución de la Libertad Avanza como partido nacional fue el primer paso, que se escenificó la noche del sábado. La elección legislativa del año próximo exige a los libertarios aumentar sus débiles bloques legislativos. El crecimiento natural se haría a expensas del PRO y la frutilla del postre sería arrebatarle al macrismo la Ciudad, aprovechando la aparente distancia entre Mauricio y su primo Jorge, que es hoy el jefe de Gobierno. El ex Presidente intenta rodearse de los gobernadores de su partido para resistir y esperar su momento.

Más temprano que tarde, barruntan en el macrismo, habrá una crisis en el gobierno de Milei porque, desde su asunción, ha funcionado mediante el sistema de prueba y error. El margen para ese método está desapareciendo y los personajes de un elenco heterogéneo se agotan en peleas intestinas. No hay semana sin un resonante choque interno.

Los cambios en Salud

El caso del ministro de Salud es uno de los ejemplos: Mario Russo fue eyectado por Mario Lugones -socio de Enrique Nosiglia y Luis Barrionuevo- que siempre se dijo intentaba –y lograba– manejar la política del ministerio detrás de las bambalinas.

Lugones salió del closet político bancado por ese entramado de la “casta” y significó también un nuevo avance de Santiago Caputo, ya declaradamente el estratega principal de Milei. Caputo, el joven, trabaja con Rodrigo Lugones, hijo del nuevo ministro, y forman parte del artefacto táctico de la primera línea de Milei. Ya se sabe: Caputo está fuertemente enfrentado con Sandra Pettovello, multiministra y amiga de Milei. Russo funcionó en su órbita hasta que se independizó, o más bien intentó hacerlo pero su vuelo fue corto porque Caputo junto con Lugones le cortaron las alas.

Una fuente cercana al ahora ministro dijo que su antecesor “no compartía la visión de fondo de este gobierno”. Pero previamente habían involucrado a Pettovello como fuente de la vaga pero resonante denuncia de corrupción que hizo el Papa. Efectivamente la ministra es amiga de Jorge Bergoglio (tiene acceso directo), quien paralizó a la administración libertaria con su denuncia de una presunta coima. Russo, y Pettovello como una whistleblower en El Vaticano, luego tajantemente desmentida, quedaron involucrados en la operación en el imaginario de otra interna. De inmediato todos miraron a Caputo como autor del desaguisado, pero el origen pudo haber sido otro.

En esa prueba de fuerzas sufrió, otra vez, Guillermo Francos, sometido al potro de los tormentos de las repetidas y feroces peleas oficiales, con efectos sobre su salud. El Francos que contestaba cansinamente el jueves un reportaje televisivo ya no lucía como ese Francos con sonrisa gardeliana que exhibía sus dotes de negociador político, aunque lo desautorizaran. Fue Francos el que tuvo que pedirle la renuncia a Russo, tarea que no le fue nada grata. El veterano político está sintiendo el baqueteo de un juego al que muchas veces no lo invitan y pero luego debe limpiar la escena que ensuciaron otros.

En el giro que imprime Milei, cambia el relato y lo sesga: la acusación de que la ONU estuvo como ausente en el reclamo argentino por Malvinas no se sustenta en los hechos. Aun así, el párrafo sobre las islas, habitual en los discursos presidenciales en Naciones Unidas, pareció metido con fórceps y quedó como una prótesis.

El juego de Villarruel y la misión a China

La vicepresidente Villarruel no lo dejó pasar la ocasión y apuntó contra la nueva política de Milei de acercamiento a Londres. La vice se despachó contra la vuelta de la escala en Córdoba de un vuelo a Malvinas desde San Pablo. Quiso marcar otra de sus diferencias y anoche no fue al acto del presidente.

¿Villarruel también está conformando su línea para distinguirse no sólo con palabras de Milei?

A la vez, la diferencia entre el discurso y los hechos se hace cada vez más evidente. Con China se preparan fastos: viajan Luis Caputo y Karina Milei para preparar una cumbre del presidente con Xi Jinping. Objetivo: renovar el swap y mejorar la relación, más de una vez dañada por la incontinencia verbal de Milei.

Volviendo al comienzo: la política parece tomar nota del cambio de época en el que sigue mandando la pobreza, pero vuelve a sus mismos viejos reflejos. Algunos intendentes bonaerenses, incluidos los del Conurbano donde se asienta gran porción de la pobreza, comenzaron otra vez a moverse para intentar ser reelectos a pesar de que lo prohíbe la ley. Los alcaldes que terminan en la provincia son 81, de los cuales 50 pertenecen a Unión por la Patria, 28 a Juntos por el Cambio y 3 a partidos vecinales. ¿Fuera de los discursos, algunos, qué cambia?

Fuente: Clarín

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